Artículos. Arquitectura popular de la Terra Chá o Tierra Llana, Lugo.
La Tierra Llana (Terra Chá en gallego) es una extensa comarca (1.823 km2) de la provincia de Lugo situada al noroeste de la capital y al sur de las Mariñas. La amplia planicie ondulada que conforma la comarca, asentada sobre una depresión sedimentaria de una altitud media de 400 msnm, situada entre las sierras orientales y las cadenas montañosas centrales se extiende de norte a sur de la provincia de Lugo.
Abadin. El elemento base de la vivienda tradicional, un sencillo volumen prismático, suele complementarse con ampliaciones en sus laterales, como en este caso. Sin embargo, es frecuente que las construcciones auxiliares se dispongan de forma separada.
Germade. Vivienda tradicional, formada por un único cuerpo prismático de dos plantas, muros de mampuesto de pizarra y piedras de mayor tamaño -de granito- para formación de huecos y refuerzos de esquinas y un tejado de losas.
El territorio de la comarca queda definido en su límite occidental con la provincia de La Coruña por las sierras de la Cueva de la Serpiente y de la Loba; por el norte, separado de las Mariñas por las sierras de La Carba, del Gistral y de Tojiza; y en su zona oriental por las de Meira -donde nace el río Miño- y el Cordal de Nera. La llanura cuenta con numerosos cerros y varias lagunas, además de cerca de un centenar de ríos y regatos con riberas muy bien conservadas, en su mayoría afluentes del río Miño.
El clima de la Terra Chá es subcontinental, con inviernos fríos de frecuentes heladas, veranos cálidos y unas precipitaciones medias de 1.150 mm anuales. Estas características climáticas, junto a su también descrita configuración física, han favorecido el desarrollo de una economía basada en la agricultura y sobre todo a la ganadería, con amplios campos de centeno y pastos, junto a la explotación de bosques de robles y castaños.
Villalba. Casa con diversos cuerpos añadidos. A la parte posterior se añadió un cuerpo de dependencias auxiliares de una sola altura, mientras que en ambos laterales pueden observarse un horno en la zona de cocina y un cuerpo de dos plantas, la superior dedicada a vivienda, en la zona opuesta.
Germade. La cubierta de la casa tradicional, habitualmente a cuatro aguas, se cubre con losas de pizarra que apoyan sobre un entablado de madera. En muchas ocasiones se observan cubiertas a tres aguas o a dos, con hastiales en las fachadas de menor longitud, lados por los que suele ampliarse el edificio con cuerpos de una o dos plantas.
Detalle del corredor anterior, realizado con madera.
Casa tradicional con corredor en su fachada sur.
La capital de la comarca es Villalba (Vilalba en gallego), villa de la que existen ya referencias en el siglo VI y está ligada históricamente al Condado de Lemos a través de los de Andrade y Villalba. Cuenta además con los municipios de Abadín, Begonte, Castro de Rey, Cospeito, Guitiriz, Muras, Pastoriza, Villalba y Germade y sus numerosas parroquias diseminadas entre tierras de labranza y robledales.
La comarca cuenta con vestigios megalíticos, como dólmenes y túmulos, así como de la época celta, con numerosos castros sobre los oteros dispersos por su territorio. Muchos de éstos fueron abandonados a lo largo de la romanización de la zona o se mantuvieron ocupados y sirvieron de núcleo inicial de poblaciones actuales, como Castro de Rey.
Este conjunto de llanuras con características geográficas y económicas afines genera un hábitat y una arquitectura de rasgos propios y bien definidos, conformando con un paisaje de aldeas disgregadas esparcidas en pequeños barrios y compuestas por un reducido número de granjas familiares aisladas donde la dispersión es la nota dominante y en las que la iglesia ejerce una función organizadora a través de las parroquias.
La suavidad del relieve, el clima favorable y las buenas comunicaciones favorecieron un mayor económico que dio lugar a las viviendas más amplias de toda Galicia. La casa tradicional de Terra Chá se caracteriza por la sencillez de su volumen prismático, exento y de grandes dimensiones, sin elementos auxiliares adosados salvo algún horno integrado en la cocina, que contrasta con la irregularidad habitual del resto de las construcciones gallegas.
En torno a la casa se sitúan las distintas construcciones auxiliares: establo, pajar, cuadra, gallinero y pocilga, leñera, almacenes y hórreo, llegando en algunos casos a formar un patio frontal totalmente cerrado, con acceso a través de una puerta para carros sobre la que a veces se dispone el hórreo. En la zona posterior a la casa suele situarse el huerto familiar.
Los materiales que se emplean son la pizarra y el granito, con predominio de la primera. Los muros suelen realzarse con mampuesto de pizarra muy bien encajado, utilizándose el granito en el refuerzo de esquinas y en la construcción de huecos. En algunas ocasiones, los muros se realizan completamente con granito. La estructura de cubierta y forjados se resuelve con madera.
Abadin. Detalle de una esquina reforzada con sillares de granito, mientras que los paños de los muros son de mampuesto de pizarra. Se aprecian restos de revoco en el lateral izquierdo. El granito se emplea también para la formación de huecos.
Un esquema de distribución de la casa tradicional de Lugo, dibujo de la Escuela Superior de Arquitectura de La Coruña. De planta rectangular y dos alturas, la baja alberga cocina y establos separados por un pasillo con doble entrada, eje del edificio, mientras que los dormitorios y la sala se encuentra en la superior, junto a un pequeño almacén.
La casa suele disponer de dos accesos: una puerta en la fachada frontal y otra en la posterior, unidas por un amplio pasillo. Consta siempre de dos alturas con usos perfectamente diferenciados y con una distribución absolutamente funcional. La planta baja alberga el establo (dedicado a los terneros y crías de cerdo, cuando la explotación es grande) y una amplia cocina, separados ambos por el pasillo antes citado y que se ensancha en el zaguán del que arranca la escalera. La planta alta tiene un amplio comedor, varios dormitorios -casi siempre exteriores- y, en muchos casos, una última dependencia en la que se guardan los alimentos de uso doméstico. La cubierta, a cuatro aguas, se resuelve mediante un entramado de madera apoyado en los muros de la edificación. Un sencillo entablado sirve de base a la cubrición de losas de pizarra. Bajo el tejado, un amplio desván sirve de cámara de aire al piso superior, al tiempo que se aprovecha también como granero o palomar.
Abadín. Interior de la planta baja de una vivienda, destinado a establo. Se observa el aparejo de mampuesto (cachotería) de pizarra y la utilización de sillares de granito en huecos. Los forjados son de jácenas y viguetas de madera.
Interior de planta alta de una vivenda. Las viguetas del forjado sobre las que descansan las tablas del piso del bajocubierta apoyan sobre muros de carga o jácenas de madera. Las separaciones se resuelven mediante un entablado.
Los huecos de fachada se forman habitualmente con piezas de granito o con un simple cerco de roble. Las ventanas aparecen alrededor de las cuatro caras de la casa, habitualmente con sus carpinterías a haces exteriores del muro y protegidas con un pequeño vierteaguas superior de losas de pizarra voladas tan sólo unos centímetros del paramento exterior de la edificación. Aunque hay excepciones a esta regla general, se conserva una anchura de entre 60 y 80 centímetros y una altura de más de un metro, medidas que se reducen sensiblemente los huecos de aireación de bodegas y establos.
En algunas ocasiones, las casas cuentan con un amplio corredor de madera que se construye en su fachada sur y que, con cierta frecuencia, se realiza con piedra para ennoblecer el edificio. En resumen, todo en la vivienda se supedita a la funcionalidad –rasgo común en la arquitectura popular- aunque sin excluir la belleza formal en la acertada conjunción de casa y entorno que ordena y humaniza el llano paisaje de la Terra Chá lucense.
Dentro de la arquitectura auxiliar, destacan en la comarca los hórreos y los molinos de agua, debidos los primeros a su elevada producción agrícola y los segundos a los numerosos arroyos que discurren por ella.
Hay dos tipos de hórreo dentro de los más característicos, según el material empleado para su construcción. Si orden de importancia, el primero es el hórreo mixto, que utiliza piedra y madera. El segundo tipo de hórreo, más pequeño, utiliza únicamente madera.
Pastoriza. Ruinas de una casa de labor con un hórreo que sobre la entrada de carros al recinto, construido sobre altas cepas de mampuesto de pizarra.
Villalba. Hórreo de madera sobre cepas de mampuesto y tornarratos de pizarra. En ambos casos, las doelas se disponen verticalmente.
Pastoriza. Hórreo mixto, de madera y mampuesto, sobre cepas también de mampuesto y tornarratos rectangular de losa de pizarra.
Como se ha dicho, los hórreos mixtos emplean para su construcción los dos materiales más frecuentes: la piedra, principalmente la pizarra, y la madera. Suelen estar apoyados sobre cepas realizadas con mampuesto -cachotería, en gallego- de pizarra, empleándose una losa del mismo material como tornarratos. Los frentes a ambos lados (penales) de este tipo de hórreo se resuelven con el mismo material que las cepas, cachotería de pizarra, mientras que el resto de la estructura y cierre de la zona de almacenamiento (dinteles superior e inferior, fajas y doelas) se realizan con madera. Las doelas se disponen verticalmente. La cubierta, con una estructura también de madera y a dos aguas, se cubre con losas de pizarra.
En algunos casos este primer tipo de hórreo, como se ha mencionado anteriormente, se situa sobre la puerta de acceso al patio de conforman la vivienda a la que pertenece y el resto de construcciones auxiliares. Para ello se emplean unas cepas de mayor altura.
En la zona más cercana a Villalba, los hórreos son más pequeños al ser las propiedades de menor tamaño y se construyen con madera, dando lugar al segundo tipo de hórreo más habitual de la comarca, completamente realizado con madera, de doelas también verticales, y que comparte con el primero el uso de losas de pizarra en los faldones de su cubierta a dos aguas y las cepas de cachotería de pizarra, con losa rectangular de pizarra como tornarratos. Su cubierta suele prolongarse sobre la puerta, que tiene un pequeño "balcón" delante.
Begonte. Otra imagen del molino de Donalbai, tomada desde la altura del cauce del río, pudiendo observarse el cárcavo donde está alojado el rodezno y por donde sale el agua que entra por su parte de arriba. Se trata de una sencilla construcción con muros de mampuesto de pizarra con piedra de granito para el refuerzo de esquinas y huecos.
Begonte. Molino de Donalbai, que aprovecha las aguas de un pequeño afluente del río Ladra. Dado que el caudal que circula por él puede ser escaso en algunas épocas del año, dispone de una alberca en su parte superior (derecha de la imagen) donde el agua se almacenaba hasta que su volumen era suficiente para hacerlo funcionar.
De otro lado, los molinos de agua son también muy frecuentes en toda la zona, al ser numerosos los cauces de agua y múltiples los usos que en su día tuvieron este tipo de construcciones, habiendo una gran variedad de ellos y conservándose en un estado aceptable muchos de ellos, a pesar de que todos ellos han dejado de ser utilizados, salvo uno o dos, y algunos de ellos han sido adaptados a nuevos usos relacionados con el turismo.
Dejando a un lado el mecanismo en sí del molino -tan variado en uso y disposición que no puede tratarse si no es en un estudio específico- los edificios que los alojan tienen una serie de características comunes con el resto de las construcciones populares de la comarca.
Los molinos, comunales o privados, pueden estar directamente situados sobre el río -cuando su caudal cubre lo necesario y es constante- o necesitar de una presa asociada que, elevando el nivel de agua del cauce en su emplazamiento, la dirige hacia el molino, que puede estar construido a su lado en la misma orilla o bien situado algo alejado de la misma, construyéndose un canal de entrada por el cual se alimenta del agua necesaria para su funcionamiento. A veces es necesario, debido a la escasez de caudal en determinadas épocas de año, almacenar el agua en una alberca adyacente al molino que permite su utilización cuando alcanza una cantidad suficiente.
La estructura de estos molinos es sencilla, consistiendo en muros de carga realizados con mampuesto de pizarras y esquistos y utilizándose bloques de granito en esquinas y en jambas, dinteles y antepechos de ventanas y puertas, de manera similar al del resto de construcciones de la comarca. En ocasiones, los muros -de un grosor comprendido entre 60 y 80 cms- se realizan exclusivamente con piedra de granito de distinto tamalo y calidad de labra. Es habitual que los muros estén sin revoco, aunque quedan restos de mortero de cal en algunos.
La estructura horizontal en el caso de que haya más de una planta se realiza con vigas de madera y entablado. La zona que aloja el rodezno se cobre con una bóveda de piedra.
Las cubiertas suelen ser a cuatro o a dos aguas, dependiendo del tamaño de la construcción, utilizándose cerchas de madera -normalmente de castaño- como estructura de soporte sobre la que descansa el entablado encima del que se disponen losas de pizarra irregulares, poco elaboradas y de gran tamaño ■
A la izquierda, dos episodios de la serie de TVE "Arte y tradiciones populares" que tratan sobre la arquitectura popular de Terra Chá.