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arquitectura popular española
arquitectura
Auxiliar. Construcciones auxiliares en Galicia.

El entorno de la casa labriega se configura a partir de las relaciones que, desde antiguo, mantiene el hombre con la tierra. La vieja morada campesina es un universo completo, resultado de un sistema económico cerrado en el que, constructivamente, está representada la práctica totalidad de las actividades del proceso de producción y consumo familiar. A medida que el régimen económico se va haciendo más abierto, el artesano se distancia del campesino y éste se especializa para establecer, en función de la comarca en la que habita, un tipo de producción propia, desde la ganadería de la montaña al cultivo de la vid de los valles fluviales. Esta especialización genera naturalmente necesidades espaciales diferenciadas. El campesino gallego construye toda una serie de edificaciones adjetivas o complementarias que vienen a ser una prolongación de la vivienda al estar íntimamente relacionadas con su economía, fruto de una unidad funcional total. Estas dependencias, ligadas a áreas económicas de almacenamiento, transformación y elaboración, aparecen unas veces con total independencia del bloque central de la explotación y otras integradas en la propia casa vivienda. Este artículo estudia, de manera general, las construcciones auxiliares gallegas, acompañándose tres episodios de la serie documental de TVE "Arte y tradiciones populares" sobre la arquitectura auxiliar gallega, emitidos en 1.984. 
Galicia cuenta con muchos ejemplos de arquitectura popular auxiliar, con soluciones siempre influidas por la exigencia de su clima, la disponibilidad de materiales en cada comarca y la tradición constructiva, predominando el uso del granito de buena cantería, la teja cerámica y la madera en soluciones sobrias, sólidas y funcionales. Entre otras, destacan las siguientes.

· Eras (eiras) Espacios empedrados, normalmente con losas de granito, para trillar o majar el cereal. Próximo a los hórreos, constituían el espacio comunal más importante de cualquier aldea, al ser centro de reunión de los vecinos que participaban comunitariamente en la labor.

· Cobertizos (alpendres). Son el lugar de almacenamiento más universal del campo gallego. Espacios conformados por cubiertas apoyadas sobre columnas, muros o postes, que son utilizados para proteger carros, aperos de labranza o útiles de otra naturaleza, etc. Su versatilidad es tal que en ocasiones también se utiliza como leñera, pajar, gallinero, almacén de herramientas sin uso pero que puedan ser aprovechadas en un futuro, taller artesano, etc. Tanto su estructura constructiva, los materiales con los que se está hecho o sus dimensiones varían en función de la riqueza y necesidades de su propietario. En ocasiones alberga a elementos del proceso de transformación, como el lagar o el horno, que habitualmente se hayan integrados en la casa vivienda. Separado de ésta o adosado a uno de sus muros, el cobertizo es el centro de trabajo en los días de lluvia y permite llevar a cabo un buen número de tareas relacionadas con el trabajo del campo o con el mamntenimiento de la casa.

· Hórreos. Construcciones aisladas, de madera y piedra, de planta rectangular. Son las dependencias más importantes de la casa labriega, dado el valor del pan en la economía familiar. Adaptados perfectamente a la función que se les exige, los hórreos gallegos son estrechos y altos, se levantan sobre pies o columnas de granito que los separan de la humedad del suelo y protegen de roedores mediante unas piedras planas, llamadas tornarratos, que se colocan horizontalmente sobre los primeros y cuenta con numerosas aberturas laterales. Se utilizan para almacenar y secar granos u otros productos del campo, principalmente el maíz, introducido en Galicia a principios del siglo XVII. Al ser el maíz un cereal de primavera, de alto rendimiento, se incorporó al ciclo de producción agraria en rotación con los cereales de invierno (trigo y centeno) desplazando al mijo, del que toma su nombre en gallego. Incluso terminó por sustituir al centeno en las zonas de costa o de altitud inferior a los 400 m. Siendo las cosechas de maíz mucho más voluminosas, pronto surgió el problema de su almacenamiento y conservación durante todo el año. El hórreo es, sin duda, el reflejo de la capacidad productiva de la casa.

· Hornos de pan. Emplazados habitualmente en el interior de la casa vivienda o en alguna de las construcciones que la rodean. Se reducen a una cámara de planta circular, construída en piedra, en la que se cuece el pan y suelen tener una buena pieza de granito o una losa de pizarra sobresaliendo de la pared en que se encuentra su boca y por encima de ésta para evitar que las chispas puedan llegar hasta la cubierta. Cuando se adosan a las viviendas, su cuerpo suele apoyar directamente sobre el terreno, en planta baja. También pueden ser comunales, de mayor tamaño, y encontrarse en alguna edificación realizada expresamente con tal fin, con un espacio dedicado a obrador y una leñera. 

· Pajares (palleiras). Construcciones destinadas para almacenar paja cerca de los establos. Sus características formales y constructivas derivan de la necesidad de mantener la hierba seca y ventilada, por lo que que es necesario almacenarla en cuerpos elevados del suelo mediante entarimados de madera. Su interior se ventila dejando paños abiertos en las fachadas más protegidas que se cierran con tablas ligeramente separadas entre sí, mediante la elevación de la cubierta sobre los muros de fachada o practicando una serie de orificios en éstos. Los pajares pueden aparecer integrados en la casa, encima del establo, pero es habitual que sean una construcción independiente, adosada o exenta. Se construyen con mampuesto de piedra bien ejecutado y se cubren con teja, pizarra o colmo. Se complementan con la presencia de almiares.

· Palomares (pombais) Normalmente asociados a casas grandes, pazos o monasterios, dada la escasa entabilidad de la paloma en la economía doméstica de los campesinos gallegos. Por lo general se construyen de forma cilíndrica con muros de mampostería, a veces revocado con barro enclado, y cubierta cónica.
· Establos. Espacios destinados al cuidado de los animales domésticos, vacas, caballos, cerdos, ovejas o pequeños animales. Suelen ocupar gran parte de la planta baja, excavado bajo el nivel del resto de las dependencias para dejar lugar a la capa de tojo que hace de cama a los animales y que, al mezclarse con sus excrementos, proporcionará un magnífico estiércol con el que abonar las tierras. En ocasiones, la pocilga suele ocupar parte del establo, separándose de él mediante un entablado de un metro y medio de altura. Cerdos, ovejas y cabras suelen disponer de recintos independientes de la edificación principal o adosados a ella.

· Lagares y bodegas, para la producción y almacenamiento del vino. Suelen ocupar la planta baja de la casa vivienda o ser construcciones independientes semiexcavadas en las zonas de cultivo. También pueden encontrarse cuevas bodevas en la comarca de Valdeorras.

· Molinos (muiños). Los más comunes en Galicia son los molinos de agua, aunque también los hay de viento y de sangre o tracción animal, o, en la costa, de mareas. Pueden ser familiares o comunales, quedando algunos de ellos aún en uso. Se levantan con mampostería de poca calidad, consistiendo en un recinto rectangular o parcialmente redondeado en alguna de sus caras. En su interior se encuentra el mecanismo de las muelas junto a un espacio destinado a albergar y dar descanso al propio molinero durante el tiempo en que se realiza la molienda. El molino de agua acciona su mecanismo de rotación canalizándola para que caiga sobre las aspas del rodezno que, al girar, transmite su movimiento a la muela de piedra, sobre la que el grano cae desde una tolva. En algunas ocasiones, los molinos están adosados a la vivienda del molinero, al ser ésta su principal ocupación.

· Hornos de alfareros, de planta circular, sin cubierta, con muros realizados con mampuesto bien asentado y revocado interiormente. Cuenta con dos espacios separados por una parrilla o criba. Abajo queda el hogar, donde se prende el fuego con el que se cuecen las cerámicas que se apilan arriba, en la cámara, cubriéndose todo ello con cascote y barro durante la hornada.

· Batanes. Construcciones destinadas a acoger el sencillo mecanismo -una rueda motriz vertical montada sobre un eje que mueve dos mazos de madera que golpean alternativamente en la cavidad donde se colocan los tejidos- con las que se daba fin al proceso de transformación de la lana y que aprovechaban la fuerza del agua del arroyo junto al que se levantaban para batir y lavar el tejido durante más de un día hasta hacer de él un material compacto similar al fieltro y muy resistente al frío y a la lluvia

· Ouriceiras, destinadas a guardar las castañas, aún provistas de su calibio o erizo, en el mismo lugar donde se recogen para protegerlas de los animales. De planta circular y de pequeño tamaño (un metro de altura y metro y medio de diámetro), cuentan con una pequeña entrada con una puerta. Sus muros son de mampostería, normalmente tosca. Una vez llenos con las castañas, se cubren con unas ramas y con hojas secas de castaño, pudiendo conservarse durante varios meses, aunque adquieren un sabor poco agradable, por lo que su uso ha sido prácticamente abandonado.

· Secaderos de castañas (sequeiros), construcciones de mediano tamaño, con muros de mampuesto y cubiertas de teja o pizarra. Constan de dos pisos separados por unas tablas, sobre el suelo del primero (de losas de piedra o directamente terreno natural) se hace un fuego cuyo humo, al ascender y atravesar el entablado, seca las castañas que se colocan sobre él. 

Hasta aquí, el resumen de las edificaciones tratadas en los tres documentales que acompañan al texto. Todas estas construcciones auxiliares, tan numerosas en Galicia, se irán estudiando con mayor profundidad en distintos artículos de arquitecturapopular.es