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Varios. Las ruinas de la ciudad romana de Cáparra, Cáceres. 

La antigua ciudad de Cáparra, deshabitada tras la invasión musulmana y objeto hoy de prospecciones arquelógicas, pertenecía a la provincia romana de Lusitania, dentro del Conventus Iuridicus Emeritensis, con capital en la Colonia Augusta Emérita, de la que la separaba una distancia de 110 millas según el Itinerario de Antonino. Situada en la comarca del valle del río Alagón, entre los términos de Oliva de Plasencia y Guijo de Granadilla, en el norte de la actual provincia de Cáceres, está atravesada por la calzada romana denominada “de la Plata” (iter ab Emerita Asturican) siendo ésta uno de los dos ejes principales de su trama urbana ortogonal: el decumanus maximus.
Arco de Caparra
Caparra. Arco y vía de La Plata
El Arco de Cáparra, símbolo de la ciudad y única construcción que permanece en pie de lo que fue una ciudad romana relativamente importante.
Situada el la Ruta de la Plata, que era su decumanus, la ciudad romana se organizaba en torno al arco que aún hoy perdura en su cruce con el cardus
Caparra, arco y termas desde el cardus
Arco de Caparra, boveda
Al fondo, tras el arco, se encuentra el foro de la ciudad, cruzada la calzada de la Plata; a la derecha, las termas. Imagen tomada desde el cardus de Cáparra.
Detalle de la bóveda de arista de formada por la intersección de los cuatro arcos que componen al tetrapylum o arco cuadriforme.
Se discute su posible origen prerromano, ya que su emplazamiento en un apenas elevado promontorio sobre el terreno prácticamente llano de la vega del río Ambroz no reúne las condiciones defensivas habituales en un poblado anterior a la colonización romana. Sin embargo, se han encontrado restos cerámicos que hacen mantener esa suposición. Su nombre no es de origen latino, sino prerromano, probablemente vetón, y podría significar lugar de intercambio, trueque o mercado, ya que la situación del asentamiento es un cruce de caminos, hacia el valle del Jerte y en el sentido de la calzada, habiendo restos de pontones y puentes romanos en sus cercanías. En cualquier caso, la fundación romana se hizo como un asentamiento de nueva planta que no respetó la trama o construcciones que pudieran haber existido anteriormente. Probablemente comenzó siendo una mansio al servicio de la Ruta de la Plata levantada en las cercanías de un núcleo indígena o directamente sobre él.

Las ruinas de la ciudad amurallada ocupan aproximadamente 16 ha. Sin embargo es muy posible que la población rebasara dicho perímetro y su extensión fuera mucho mayor, pues se la consideraba de una importancia similar a la de los principales núcleos urbanos situados entre el río Tajo y la Sierra de Gredos, como Caurium (Coria), Augustóbriga (Talavera la Vieja) o Egitania (Idanha-a-Velha). 
 
La existencia de Cáparra está documentada desde la antigüedad. Ptolomeo habla de ella como parte del territorio de los vetones, aunque otros historiadores, entre ellos, Plinio, lo hacen dentro del de los lusitanos, por lo que se pudiera ser que la ciudad estuviera en el límite entre ambos pueblos. Ya a principios del siglo I d.C., la ciudad se protegió con una muralla que sería reforzada alrededor del siglo IV. 
Caparra, vista aerea
Fotografía aérea de las ruinas de Cáparra, con la posición de sus elementos excavados más importantes. En la zona de las termas se observa la plataforma recientemente instalada para facilitar la observación de los restos de dicho recinto por parte de los visitantes. No se recoge la posición del anfiteatro, que estaba al sur de la ciudad, extramuros.
Caparra, termas
Caparra, termas desde el cardus
Otra fotografía con mayor detalle de la zona de las termas, en la que pueden apreciarse los restos del hipocastum.
Núcleo central de las termas, con restos de sus muros, salas de baño. A la izquierda se encuentra la palestra, zona descubierta utilizada para hacer ejercicios.
Caparra, restos de las termas
Caparra, termas, caldarium
Restos de las termas públicas de la ciudad, fotografiadas desde el cardus. Se trata de un edificio de planta cuadrada de alrededor de 35 m de lado.
Fotografía del caldarium de las termas, bajo cuyo suelo se hallaba y aún se ve el hipocastum, cámara por la que circulaba aire caliente generado en hornos.
Con el Edicto de Latinidad dado por el emperador Vespasiano en el año 74 d.C. para las provincias hispanas, Cáparra se convirtió en municipio de derecho latino, adquiriendo sus habitantes la ciudadanía romana, dando lugar a un período de desarrollo urbano del que quedan numerosos restos, incluido su arco. A esta época pertenecen las modificaciones realizadas en el foro y otras áreas y la instalación de la curia y la basílica en espacios que anteriormente cumplían otras funciones. Dentro de este período de ornamentación urbana, se observan dos fases. Una inicial, realizada con granito, dentro que la que se incluyen la construcción del tetrapylum o del nymphaeum; y una posterior, ya en el siglo II, en la que se utilizó el mármol y en la que se incluiría la conversión del espacio porticado en una galería local de summi viri con pedestales y estatuas.

Con la caída del imperio, la ciudad sufrió una crisis que se intensificó en la Alta Edad Media, comenzando a despoblarse. No hay noticias sobre ella en época visigoda. Su abandono se acentuó con la invasión musulmana, como resultado de la pérdida de interés de este enclave por la situación geográfica en la línea fronteriza cristiana/musulmana o porque la Vía de la Plata dejó de ser transitada por factores político-militares. 
 
Tampoco hay indicios de repoblación una vez que, siglos más tarde, su territorio fuera reconquistado por los cristianos. Durante el Renacimiento, dentro del interés general hacia lo clásico, se menciona a Cáparra en un texto de Accursio de 1527, junto a un dibujo de su arco en el que se puede apreciar que su estado era similar al actual. Por aquel entonces, había una venta del camino para uso de viajeros que perduró hasta principios del siglo XX con el nombre de Ventas de Cáparra, tratándose siempre como un despoblado. A lo largo de todo ese período ha habido numerosas descripciones y estudios realizados por estudiosos que lo visitaron.

Las primeras excavaciones del yacimiento se realizaron en 1929 en dos campañas durante las que se descubrieron los restos del llamado templo de Júpiter, por la inscripción allí encontrada, y tres necrópolis. También pudo delimitar la ciudad y realizar un primer plano de la ciudad en el que localizó el arco, el templo de Júpiter, el anfiteatro, el embalse y diversas viviendas. 
 
Los trabajos arqueológicos no volvieron a realizarse hasta la década de los años sesenta, centrándose en el anfiteatro y en los edificios cercanos al arco. A partir de 1988, año en que los terrenos fueron adquiridos por la Diputación de Cáceres, la Universidad de Extremadura realizó varias campañas de prospección. Desde 2001, una nueva serie de excavaciones ha permitido conocer las termas públicas frente al foro, un área doméstica, las tabernae, la puerta sureste, de la que partía el cardus maximus, el anfiteatro y un tramo de la vía romana en su trayecto urbano.
Caparra, termas desde el decumanus
Caparra, restos de las termas publicas
Excavación correspondiente a las termas públicas de la ciudad, situadas al lado del arco y de la calzada romana de la Plata.
Los restos de las dependencias de las termas más cercanos al decumanus máximus, con el arco tetrápilo a su derecha.
Caparra, termas, detalle
Caparra, termas, detalle solados
Dependencias anexas a las termas. Obsérvense los escalones realizados para sentarse, probablemente correspondientes a un baño o a una sauna.
Restos de solado correspondientes a la zona de las termas, realizado con baldosas rectangulares de barro cocido.  
Caparra, termas, aljibe
El decumanus maximus era la calle más importante de la ciudad y la de mayor amplitud, con una calzada de casi cinco metros de anchura, pavimentada con losas poligonales de granito y dotada de un sistema de recogida de aguas. A él daban fachada los principales edificios y las viviendas más lujosas.

Era, además, el centro de la vida comercial de Cáparra y en las plantas bajas de los edificios se disponían un buen número de establecimientos comerciales, tabernae, pequeñas tiendas que abastecían a los vecinos de todo tipo de productos y que ocupaban pórticos de unos dos metros de anchura separados de la calzada mediante un pequeño murete sobre el que apoyaban columnas. En las entradas a las viviendas el murete se interrumpía para permitir el acceso. 


Las termas públicas. 
 
Las termas públicas de Cáparra se localizan junto al decumanus y el arco. Se comenzaron a construir en la época Flavia, sufriendo varias ampliaciones posteriormente. Se trata de un edificio de planta prácticamente cuadrada, de alrededor de 35 m de lado. La zona de los baños está situada en su centro, rodeada por el resto dependencias que forman el conjunto termal. Por el lado sur está la Palestra, espacio exterior destinado a la práctica del ejercicio físico, y por el lado norte hay varias tabernae, posiblemente almacenes de leña u oficinas administrativas. Tenía su acceso por el lado suroeste, en una calles paralela al cardus.
Imagen de un aljibe de las termas, con restos del revoco que lo impermeabilizaba y de varios fustes de columnas en su interior.
Como el resto de termas romanas, las de Cáparra disponían de un vestuario (apodyterium), cercano a la entrada y provisto de bancos corridos adosados a los muros donde los ciudadanos dejaban sus pertenencias en nichos practicados en la pared. El conjunto contaba con cuatro salas para el baño: la sala fría o frigidarium, la templada o tepidarium, la de agua caliente o caldarium y la sauna o laconicum. Disponía además de pequeñas piscinas o natatio. Una cámara de aire situada bajo el suelo de gran parte de las termas, el hipocastum, permitía la circulación del aire caliente que se producía en un gran horno situado en los sótanos, el praefurnium, verdadero corazón de la instalación de las termas.

El sistema de abastecimiento de agua del edificio aún no se ha podido detallar con exactitud, si bien se sabe que una canalización exterior traía agua hasta la fuente situada en la palestra. No se han encontrado manantiales en la ciudad y se supone que el suministro de agua procedía de un embalse situado al sur de la misma.


Los edificios de vivienda. 
 
En la trama ortogonal de Cáparra se podían encontrar dos tipos de ediicios de viviendas: las casas de vecinos (insulae) y las grandes casas de familias ricas (domus) En las excavaciones realizadas entre el cardo y el decumano se han descubierto tres grandes manzanas, dos de ellas dedicadas a uso de viviendas y la tercera correspondiente al edificio de las termas.

Originalmente las viviendas cercanas al tramo del decumano situado al oeste del arco eran domus, con un gran programa para una sola familia. En sus plantas bajas había, de manera independiente, pequeñas tiendas y talleres, tabernae, que daban fachada a las calles principales. Durante el Bajo Imperio estos edificios fueron reconfigurados y compartimentados para aumentar su ocupación, dando lugar a casas de vecinos (insulae). 

Al sur de la manzana que ocupa el edificio de las termas se encuentran los restos de una gran domus, con fachada principal en una zona porticada del decumanus minor, primera calle paralela al sur del decumanus maximus. La domus hace esquina con el cardus maximus. En su zona este albergaba dependencias comerciales del tipo tabernae. El programa de la domus era el habitual en este tipo de edificios romanos: un patio porticado (peristilo) alrededor del que se disponen las dependencias principales y al que se accede desde la calle a través de un pasillo. Otro patio distribuía las dependencias del servicio. Al sur del conjunto hay un amplio espacio descubierto que podría corresponderse con un huerto o jardín. Esta domus se construyó en los primeros años del Bajo Imperio (finales del siglo III) sobre los restos de otra más antigua.

Caparra, domus, peristilo
Caparra, domus
Restos correspondientes a la zona que ocupaba la domus excavada, vivienda de grandes dimensiones destinada a una sola familia.
Otra imagen de los restos de la anterior domus, en la que se pueden apreciar distintas dependencias alrededor de un patio.
Caparra, arco desde insulae
Caparra, excavaciones insulae
La insulae descubierta en esta manzana de Cáparra fue originalmente una gran domus que se modificó durante el Bajo Imperio para dar cabida a varias familias.
Zona de las excavaciones de la insulae o edificio de viviendas donde se alojaban los ciudadanos que no podían tener una casa particular.
Caparra, peristilo en insulae
Caparra, dependencias insulae
La zona descrita en la fotografía izquierda, con un peristilo en primer plano y los restos del arco y de las termas públicas, cruzado el cardus, al fondo.
Detalle de la zona ocupada por la insulae, con la traza de sus dependencias realizadas con muros de mampuesto perpendiculares entre si.
El arco de Cáparra.

Es la construcción más importante de las que se han conservado. Se trata de un arco cuadriforme, un tetrapylum, único en España de sus características. De carácter ornamental y simbólico más que funcional, se emplazó en el centro de la población, y es muy probable que en él confluyeran el Cardo y el Decumano, las dos calles principales de la ciudad. Está rodeado por el Foro y los baños públicos, además de por otras construcciones relevantes. 
 
El monumento se encuentra bien documentado, gracias a las inscripciones que hay en él y que lo fechan en la época Flavia, a finales del siglo I de nuestra era, además de relacionarlo con Fidius Macer, personaje relevante de la ciudad, como la persona que lo mandó erigir. 
 
Sus dimensiones en planta son de 8,60 m por 7,35 m; su altura original se estima en 13,30 m. La construcción se eleva sobre cuatro pilares realizados con sillares de granito y núcleo de opus caementicium que soportan cuatro arcos de medio punto adornados con una moldura en su trasdós, enfrentados dos a dos y cuya intersección conforma una bóveda de arista que sostiene un ático, la zona más deteriorada actualmente (se aprecia en las fotos su núcleo de hormigón). Cada pilar se asienta sobre un basamento rematado por una cornisa. Los alzados al decumanus disponen de dos pedestales adosados que, en su momento, sirvieron de base a esculturas hoy perdidas, posiblemente retratos ecuestres dadas sus dimensiones.

El foro. 
 
Se encontraba al norte del decumanus y se accedía a él a través del tetrapylum y de otras dos entradas. Su planta es rectangular, con una plaza en su centro de 66 x 31 m, rodeada por los principales edificios públicos: la basílica, a la izquierda; la curia, a la derecha; y tres templos, situados al fondo. Era el espacio principal de Cáparra en la época imperial. Se sabe, por las inscripciones encontradas, que en el siglo III aún se mantenía la actividad municipal. Sin embargo, a finales de dicho siglo y comienzos del siglo IV se encuentran restos que indican una privatización de las áreas públicas de la ciudad consecuencia de su declive. En el foro quedan restos de un horno que bien pudo ser utilizado para fundir elementos de bronce o para convertir los mármoles en cal. También hay resto de cimentaciones de edificios que no mantienen la trama de las edificaciones imperiales, evidenciando el estado ruinoso de éstas.
Caparra, basilica del foro
Caparra, decumanus maximus y restos de tabernae
Zona del Foro. Restos de la Basílica, un pórtico columnado situado al oeste del conjunto, con un Aediculum, tribuna en la galería que definía el edificio. Apenas quedan los basamentos.
Restos del pavimento de la calzada romana que cruzaba la ciudad formando su decumanus maximus y de las construcciones que había a su lado.
Caparra, curia del foro
Caparra, templos del foro
Restos de la Curia del foro, edificio cerrado de similares dimensiones que la basílica, situado en el lado este, donde se reunía el senado local.
Al fondo del foro se hallaban tres pequeños templos junto al resto de construcciones, de los que sólo quedan basas de columnas y el arranque de sus muros.
La ciudad estaba rodeada durante una primera fase por un muro de carácter simbólico, el pomerium, que se utilizaba para delimitar el espacio propiamente urbano a efectos religiosos y legales. Este muro inicial, propio de las ciudades romanas, no tenía función defensiva. En él había tres puertas principales, coincidentes con el decumanus y el cardus, y, muy posiblemente, otras de carácter secundario y de menor tamaño. 

La puerta más conocida -por haberse excavado antes- es la situada en el cardus, al sureste de la ciudad, datada en el siglo I d.C., de 4 m de paso para permitir el acceso de mercancías en carros y con sus umbrales solados con grandes piedras de granito. Estaba flanqueada por dos bastiones semicirculares de más de 5 m de diámetro. En la zona interior adyacente a los bastiones había sendas dependencias utilizadas como cuerpos de guardia. Las otras dos puertas de la ciudad eran muy similares a la descrita, habiéndose ya localizado y excavado la situada al suroeste. 

Durante el Bajo Imperio, cuando la inestabilidad política y militar se hicieron evidentes, la ciudad se protegió construyendo unas murallas que sustituyeron al inicial pomerium. Tenían algo más de tres metros de anchura media y una altura superior a los cuatro y estaban realizadas con mampuesto de granito trabado con barro en sus caras exteriores, posteriormente relleno su interior con tierra y piedras
 
Caparra, puerta sureste, encuentro entre bastion y muralla
Caparra, puerta sureste, restos de un bastion
Un bastión de la puerta visto desde el interior de la ciudad, pudiendo observase la merma de calidad de la muralla de mampuesto frente a los bastiones de sillar.
Restos de la puerta sureste de la ciudad, defendida por dos bastiones defensivos semicirculares a los que se adosaba la muralla.
Caparra, puerta sureste, encuentro entre bastion y muralla desde el exterior
Caparra, puerta sureste, bastion desde el exterior
Puerta sureste. Detalle de la base de la muralla adosada al bastión semicircular situado a la izquierda de la puerta, reforzada en el siglo IV.
Puerta sureste. Restos de los dos bastiones que la protegían y de la zona de acceso, de alrededor de 4 m de ancho.
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